M. Dougat La Colmena Rascacielos con varias reinas 1952
Ser apicultor no es tan sencillo como podría creerse a primera vista. El principiante se deja llevar por un entusiasmo exagerado. La apicultura es para él como un espejismo, en el cual ve bailar, en magnífica zarabanda, colmenas perfectas, enjambres maravillosos, miel superior y beneficios interesantes. El más adelantado se abandonaría más bien al desaliento; ha sufrido los años malos, las invernadas desastrosas, los contratiempos, las pérdidas, las enfermedades, los insectos parásitos.
En resumidas cuentas, ha perdido sus ilusiones y, hasta que posea suficiente experiencia, se halla desarmado ante las dificultades. Por lo contrario, el perfecto apicultor es aquel que, conservando el entusiasmo del principio, sabe aplicar a tiempo las lecciones de la experiencia y adaptarse con tino a las circunstancias. No lo sabe todo; al contrario, cuanto más adelanta, tanto más se da cuenta de que tiene que aprender mucho, y su perfección consiste, precisamente, en perfeccionarse más y más, en abandonar la rutina para buscar el progreso, sin olvidar las lecciones del pasado, la experiencia de los maestros y las exigencias realistas de sus queridas abejas.
La colmena rascacielos es el fruto de varios años de observación y de experimentos. A pesar de que su cuidado y su manejo estén al alcance de todos, sin embargo, el apicultor que la quiera probar tiene que poseer, teórica y prácticamente, un mínimo de conocimientos apícolas. Por eso, antes de presentar nuestro método recordaremos brevemente algunas nociones de apicultura, indispensables para su acertada aplicación. Las presentaremos esquemáticamente, a fin de ser más breve y práctico, estudiando tan sólo tres puntos, a saber: la reina, la obrera y el enjambre.
INTRODUCCIÓN DEL AUTOR
¡La colmena rascacielos con varias reinas!
¡Otro nuevo método de apicultura!
Es de suponer que tal fué la exclamación de varios al leer el título y la reseña de este folleto. Quienquiera que seas, lector, no te asustes. Este método no ha salido, de repente, del cerebro de un apicultor exaltado, y no se basa en ideas extraordinarias o revolucionarias. Muy al contrario: se apoya en viejos principios apícolas, en los experimentos de los maestros apicultores antiguos y modernos. Lector, tú mismo juzgarás.
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Me lo inspiró la colmena doble que abriga dos colonias, separadas sencillamente por un excluidor de reinas; como también la colmena criadero del señor PERRET-MAISONNEUVE, que contiene hasta doce núcleos o enjambres reducidos con su reina en cada uno, los cuales cuando las reinas aovan, por un excluidor. Si varias colonias viven así en paz en una colmena horizontal, ¿por qué no habrían de hacerlo también en el sentido vertical? Eso permitiría, además, un ensanche a voluntad.
Los principios del control de la enjambrazón. del sistema americano de DEMUTH, también me ayudaron mucho a perfeccionar mi método. Asimismo me aproveché de los experimentos del «Plan DEMAREE), que yo mismo había aplicado con éxito. Me complació que mis ideas fuesen confirmadas en varios puntos por M. P. PETER's, que sobrepone varios nidos de cría alojados en alzas, pero con una sola reina. Por fin, encontré en la obra del señor PERRET-MAISONNEUVE, entre otras muchas cosas, el método más práctico y sencillo para la cría de reinas. Además he visto mis experimentos corroborados por los experimentos concomitantes del señor A. CAILLAS sobre el bloqueo de la puesta, que expone en su obra Le Rucher de rapport, la cual dió a luz al mismo tiempo que la primera edición de este libro.
Lector, aunque este método del rascacielos te parezca una panacea de varios otros, no dejaría de estar yo satisfecho, pues la apicultura es una ciencia. Ahora bien; todo método científico se fundamenta en los experimentos anteriores, a veces viejos de varios siglos; reunirlos, ordenarlos con método no deja de representar un trabajo muy arduo. Pero en este caso hay más. Quedaban, en efecto, por descubrir los principios de la superposición de las colonias, de una parte; y de otra, encontrar el método práctico, capaz de hacer producir al rascacielos, sin riesgo alguno, el rendimiento máximo ; en una palabra, el método quedaba por experimentar.
Estos experimentos los ofrezco hoy al público, convencido de merecer su simpatía y de colmar una necesidad. Me consideraría feliz si este método pudiera prestar servicios a todos y ayudar modestamente al progreso de la ciencia apícola.
Aunque sea siempre agradable hablar de las abejas entre conocedores, de estas queridas abejas, que son, como dice la Biblia : «pequeños insectos cuyos productos sobrepujan todas las dulzuras)), no he querido hacer de mi método un tratado de apicultura. Y eso por varias razones. Porque, de una parte, existen ya bastantes libros especializados sobre la materia, capaces de cubrir todas las necesidades; invito a mis lectores que deseen un complemento de información a consultarlos; por otra parte, porque no querría que me hiciesen la observación que hizo Demóstenes a un orador que acababa de pronunciar un discurso demasiado largo: «Si hubieses profundizado y practicado todo lo que acabas de decir, nunca habrías hablado tanto).
Por estos motivos he sido breve, a fin de no escribir sino sobre lo que yo mismo he experimentado.
PADRE M. DUGAT
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